miércoles, 3 de febrero de 2010

El concepto de personalismo subyace en el discurso final de “El gran dictador”, el materialismo y el colectivismo se contraponen


Antes de adentrarme en el análisis del discurso final de la película “El gran dictador de Charles Chaplin”, enfocado en los conceptos de persona que se manejan en esta producción me parece pertinente citar, en principio, el concepto moderno de persona que se impone y que además viene siendo aceptado por la civilización occidental.

Según señala Juan Manuel Burgos en su libro Antropología: una guía para la existencia “La persona es un ser digno en sí mismo pero necesita entregarse a los demás para lograr su perfección, es dinámico y activo, capaz de transformar el mundo y de alcanzar la verdad, es espiritual y corporal, poseedor de una libertad que le permite autodeterminarse y decidir en parte no sólo su futuro sino su modo de ser, está enraizado en el mundo de la afectividad y es portador y está destinado a un fin trascendente”.

A esto debo sumar algunas características de la persona expuesta por García Cuadrado. El autor indica que la persona es dueña de su propio obrar, es capaz de donarse a sí misma y conocer y amar a Dios. Dice que estas nociones se aplican a todos los hombres de modo absoluto y designa la singularidad e irrepetibilidad de de cada ser humano y la igualdad de todos ante Dios.

En este sentido, señala que la dignidad personal se extiende a todos los hombres y no sólo a algunos. A esto Juan Manuel Burgos agrega que “Toda persona es digna por el mero hecho de ser persona aunque carezca o posea de modo deficitario algunas de las características específicas de lo humano (discapacidades físicas o psíquicas, aspectos no desarrollados, etc.)”.

Una vez hechas estas exposiciones paso a dar mi punto de vista sobre el objeto concreto de este análisis precisando que el concepto de persona que subyace en el discurso de la película antes referida es el de personalismo.

Para argumentar mi posición debo precisar que el personalismo “afirma el primado de la persona humana sobre las necesidades materiales y sobre los mecanismos colectivos que sostienen su desarrollo”.

Precisamente esto es lo que subyace en la película debido a que Chaplin en la interpretación de su personaje se dirige a un conglomerado de personas y les expone la necesidad de luchar por el mundo de la razón, donde el progreso y la ciencia nos conduzcan a todos a la felicidad y llama a la unión de todos. “Luchemos por un mundo nuevo, digno y noble que garantice a los hombres trabajo y de a la juventud un futuro y a la vejez seguridad”.

Asimismo, insiste en que “necesitamos humanidad, más que inteligencia tener bondad y dulzura”.

A este concepto que está en el fondo del discurso se contraponen los conceptos en primer lugar de materialismo y en segundo lugar de colectivismo.

El materialismo se puede apreciar desde el inicio del discurso y de hecho es fuertemente cuestionado y cuando se dice que “el maquinicismo crea abundancia y nos deja en la necesidad. Nuestro conocimiento nos ha hecho cínicos, nuestra inteligencia duros y secos. Pensamos demasiado y sentimos poco”. Es más categórico aún cuando exhorta a que “No os entreguéis a estos individuos inhumanos, hombre máquinas, con cerebros y corazones máquinas. Vosotros nos sois máquinas, no sois ganado, sois hombres”.

Es perfectamente perceptible que se maneja el concepto de materialismo ya que éste se refiere específicamente a la postura en la que “el humano es una especie evolucionada de un mundo que se explica en términos materiales. No existe preeminencia sobre otros seres naturales”, según lo apunta García Cuadrado.

No puedo dejar de referirme al concepto de colectivismo presente en el discurso, menos perceptible, pero no ausente. Tomando en consideración lo dicho por Burgos en cuanto a que el colectivismo “entendía al hombre como una parte del todo social por el que debía sacrificarse si era necesario” y que García Redondo apunta que bajo esta definición “la individualidad humana sólo cobrar valor y sentido en el todo del Estado”.

Para argumentar mi posición paso a citar la siguiente parte del discurso del personaje interpretado por Chaplin “El odio de los hombres pasará y caerán los dictadores y el poder que le quitaron al pueblo se les reintegrará al pueblo y así mientras el hombre exista la libertad no perecerá. ¡Soldados! : no os rindáis a esos hombres que en realidad los desprecian lo esclavizan, reglamentan vuestras vidas y les dicen qué tenéis que hacer, que pensar y que sentir”.

En este extracto encaja perfectamente el colectivismo que, según agrega García Redondo, contempla que “la persona ha de subordinar sus propios intereses al fin superior del Estado” y que según Burgos “promovía los valores generales de la sociedad pero con desprecio a los individuos”.

Si el pueblo pierde su poder de vivir en libertad y es esclavizado pierde su dignidad humana se reduce y hasta se anula, situación que es promovida precisamente por doctrinas como el colectivismo y el materialismo.

Si hay dictadura se pierde la libertad social o política que, como explica García Cuadrado, implica llevar a cabo proyectos personales, familiares e institucionales; tener oportunidades para poner en práctica los propios proyectos y capacidades, y la integración entre la autoridad y la libertad personal.

Por su puesto, que al reducirse las libertades cambia considerablemente la sensación de felicidad, pues según apunta Yepes Stork “la felicidad exige una conformación íntima con nuestra condición” y resulta realmente difícil estar conforme siendo esclavizado o estando privado de nuestras libertades.

En fin, en esta película, que es una parodia la dictadura encarnada por Adolf Hitler en la Alemania de la década de 1930, precisamente lo que se quiere destacar es el concepto de personalismo sacando a colación los rasgos más negativos del materialismo y del colectivismo.