sábado, 26 de diciembre de 2009

Testimonio de Bosco Gutérrez: la dignidad de un hombre

Por: Janite Fuentes
Por acá les dejo este video que nos puede servir para reflexionar en torno a muchos aspectos de nuestra vida. Podremos percatarnos de que no valoramos casi nada de lo que tenemos y que en muchos casos es más lo que nos quejamos y renegamos que lo que agradecemos a Dios por tantas cosas hermosas que nos entrega día a día.

El video dura una hora y media, pero no tiene desperdicio. Regálense un momento para ustedes y disfrútenlo. Próximamente colgaré un ensayo que redacté relacionado con esta historia. Hasta entonces.


jueves, 10 de diciembre de 2009

Voluntad: la clave para manejar nuestros sentimientos

Por: Janite Fuentes
Hace unas dos semanas al bajarme de un transporte público con mi hijo, a quien llevaba a su escuela, sentí unos disparos que sonaron muy duro, auque no estaba segura de que fuese exactamente eso, cubrí a mi hijo con mi cuerpo y me agaché lo más que pude en el suelo, fue una reacción natural.

Me tocó la mala suerte de que justo para donde quedo mi cara fue para el lugar exacto del suceso. Me tocó ver como dos hombres se mataban mutuamente disparándose a menos de un metro de distancia y los vi caer a los dos en plena calle.

Lo peor es que estaba tan cerca de ellos, pero no sabía lo que ocurría y pensé- al verlos tirados a los dos en el piso- que tenía que moverme antes de que llegará otro que pudiese estar acompañando a alguno de ellos y que podía continuar la balacera, así que aunque todo fue tan rápido intenté entrar a mi trabajo, que es donde está el transporte escolar de mi hijo- yo estaba a tan sólo unos pasos- y la puerta estaba cerrada.

Así que me quedé agachada en un kiosco que está justo en el lugar donde me encontraba y de pronto abrieron el portón del estacionamiento al que yo me dirigía y entré muy rápido.

Estaba nerviosa, sentí mucho miedo por mi hijo y por mí. Entre otras cosas, por lo cerca que estábamos. Paradójicamente, terminé dando gracias a Dios porque esos hombres estuviesen tan cerca uno del otro que no alcanzaran a herir a más nadie.

Subí a mi oficina y me puse a hablar con Dios, me pareció que era lo mejor luego de haber visto cómo morían dos personas de ese modo y cuando ni siquiera eran las ocho de la mañana. Soy madre y pensé en las madres de esos hombres, independientemente de lo que pudo haber generado el enfrentamiento. Me parece que perder a un hijo es el dolor más grande por el que puede pasar una mujer.

Lo ocurrido fue el acontecimiento del día: en todo el edificio de mi trabajo y en las cuadras aledañas se hablaba de eso. Todos los compañeros llegaban a narrando sus versiones y yo les decía que lo había visto todo y ellos insistían en que yo les contará, pero me negué y dije que era muy desagradable recordarlo. Ya yo me había desahogado con una compañera de la oficina y no quería referir más el tema.

Lo traigo a colación en este momento a propósito del ensayo sobre los sentimientos porque yo considero que no soy una persona miedosa, pero hay situaciones de situaciones y la verdad que como dicen por allí: “el miedo es libre”.

Sin embargo, eso ya pasó y no ando paranoica. Sé que no es lo único malo que he visto ni será tampoco lo último. Así como señala José Ayllón, en su libro Luces de la caverna. Historia y fundamentos de la Ética “por fortuna, el sentimiento inclina hacia una determinada conducta, pero no anula la libertad para escoger otra distinta. Por eso se puede sentir miedo y actuar con valentía, o sentir odio y perdonar, o estar interiormente nervioso y actuar reflexivamente”. Yo sentí miedo pero decidí que no debía quedarme en el sitio, me movilicé, pero lo hice con cautela siempre tratando de cubrirme detrás de algo.
Luego ya quise apartar de mi mente ese recuerdo y estar tranquila para no perturbar mi paz y mi tranquilidad y decidí que las cosas pasan y que uno no puede quedarse enganchado, así que aunque los señores murieron y aunque hay mucha inseguridad en nuestra ciudad uno no puede andar pensando en que lo van a matar porque los malos pensamientos atraen eso cosas muy negativas.

En ese sentido, creo que actué y estoy actuando de manera reflexiva buscando lo que considero es lo mejor para estar tranquila.

Estarán pensando en este momento que igual sigo hablando del tema, así que creerán que sigo con la idea en la cabeza y…no sé que otras cosas más puedan estar pensando ustedes mientras leen este texto.

Por supuesto, que esa escena no se me va a olvidar tan rápido, está allí en mi mente, pero lo que sí es cierto es que el miedo definitivamente pasó. Y pienso que esta es una ocasión propicia para hablar del tema porque aunque yo no me considere miedosa como ser humano no estoy ajena a ello.

Hablar de sentimientos en los términos de si me dejo llevar o no por ellos no es tan sencillo como parece. A mi juicio no se puede responder con un sí o un no, para nada.

Explico: en el ensayo anterior a este ya les comentaba que soy una persona serena, llena de paz y que no permito que las situaciones por muy adversas que sean me inunden de sentimientos de ira y de odio. En consonancia con esto debo afirmar que no me dejo llevar por sentimientos negativos que me perturben, me alteren, me hagan violentar o que me causen depresión.

De hecho, desde siempre evito algo con lo que precisamente me topé en esta lectura de José Ayllón, eso de lazar en momentos de indignación palabras que producen heridas de difícil curación. Y lo hago básicamente porque me parece muy feo y desagradable y porque no me gustaría que me lo hagan a mí. Además, cuando uno hace ese tipo de cosas efectivamente si se rompe la confianza y el afecto y demuestra lo torpe y descontrolado que se puede ser al agarrar una rabia, por muy grande que sea.

Por otro lado, debo decir que por los sentimientos positivos si me dejo llevar porque dar amor, procurar la felicidad y vivir intensamente cada emoción me hace sentir bien. Me acerca a lo que Ayllón denomina la “autorrealización personal” y me alejan de esa sensación de “montaña rusa sentimental”.

Una de las cosas que me hace controlarme en momentos en que me he sentido agredida es precisamente que sé que si me dejo provocar lo que saldrá de mí no será nada agradable, sé que puedo llegar no sólo a decir cualquier cantidad de groserías sino a reaccionar incluso de forma muy airada. Precisamente por conocerme a mí misma es que prefiero actuar aplicando la inteligencia racional a fin de llevar una vida equilibrada. Y si tengo que decirle algo a alguien se lo digo en privado y de la manera más sutil para no herirle, en fin prefiero comunicarme, expresarme y no quedarme con las cosas atragantadas porque eso es lo que puede hacer que uno luego exploté, pero me gusta comunicarme en buenos términos.

Se trata pues de tener voluntad no sólo para actuar bien sino para autocontrolarse y saber que no todo es perfecto, que no todo es bueno, que no todo es maravilloso, pero que está en nuestra capacidad y en nuestra voluntad hacer todo lo posible por tener la mejor de las actitudes ante la vida y mejorar todo lo que haya que mejorar en los demás y en nosotros mismos.